Dignidad ante todo, señores

Hace un rato he estado leyendo este artículo en la sección de Gente de El País y que dice lo "devastada" que se encuentra Eve Mavrakis -hasta ahora esposa de Ewan McGregor- después de que éste la haya dejado por su compañera de reparto, para  más inri, veinte años más joven.

Parece ser que los hijos de la pareja se han posicionado en favor de la madre y están haciendo campaña en Twitter alabando las maravillosas cualidades de su madre despechada.

Francamente, a mi todas estas cosas me sobran.

Porque que una pareja se rompa no es cosa nueva. Y se hubiera roto igualmente aunque él no se hubiera liado con la compañera de reparto veinte años más joven, le chinche lo que le chinche a la ex.

Porque son cosas que pasan.

Me acuerdo hace ya unos años, en los albores de uno de mis noviazgos cuando te encuentras en estado de gilipollez suprema, le decía a mi flamante novio que íbamos a estar juntos para siempre y todas esas cosas. Entonces él, para joder mi momento romantico-pasteloso-asqueroso me dijo que eso no lo podíamos decir, porque a lo mejor él algún día iría a comprar el pan (por poner un ejemplo) y tal vez se enamorara de la panadera.

No hace falta que diga que eso a mi me cabreó como una mona. Que estando en el momento de enamoramiento, mariposas y arcoiris de colores, venga el hombre del que estás embobada y te espete que hoy sí te quiero pero a lo mejor mañana no. Que estas cosas del amor son así de frágiles y efímeras.

Aún sigo reconociendo que ese tal vez no fue el momento más apropiado para tal afirmación, pero, sin embargo, ahora le doy toda la razón.

Porque él no sé si se enamoró de la panadera, pero se desenamoró de mi y me dejó. Y qué le vamos a hacer... pues nada. Resignarte y pasar una época delicada, que de amor no se muere nadie.

Al cabo de unos meses conocí a otra persona y me volví a enamorar. Fuimos felices unos años hasta que, esta vez fui yo, me desenamoré. Y le dejé. Y me consta que él sufrió. Y yo también. Pero ahora ha rehecho su vida y (supongo) es feliz.

Por eso, cuando veo que salen en la prensa exesposas despechadas, como la Sra. Mavrakis, o en su día la despechada de España Ágata Ruíz de la Prada, no puedo evitar sentir vergüenza ajena.

Porque por mucho que vociferemos, echemos sapos y culebras y culpemos a "la otra" de nuestras desgracias, la realidad es la que es. Y esa realidad es que si tu pareja lo ha hecho es porque ya no es feliz contigo. Mal que nos pese. Y ese hombre o mujer que fue tu pareja, no por este hecho va a dejar de ser buena persona. Ni va a pasar de ser nuestro puto dios a ser la peor escoria del planeta. Ni de nada sirve arrastrarte ni hacer el imbécil para llamar su atención porque, señores, él o ella es la misma persona, con sus defectos y virtudes... pero que ya no nos quiere.

Por eso.. no sé vosotros, pero lo que nunca jamás en la vida voy a hacer es retener a alguien en contra de su voluntad. Quién se quede a mi lado -y esto lo amplío también a amistades- lo haga porque quiere y porque me quiere.

Sufrir es inevitable pero, amigos, ante todo Dignidad. Con mayúscula.

Feliz jueves.



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